LITERATURA > Cuentos Publicado el 16 de Abril de 2021
Julia Blinder
Volviendo de contar cuentos en el Brasil
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Las copas de coñac
Estas copas las heredé de mi papá.
Tengo varios recuerdos ligados a ellas. Pero el que me llevó a elegirlas, fue un recuerdo que tengo de muy pequeña, habré tenido 4 o 5 años, mi papá viajaba mucho, y pasaba varios días fuera de casa. Yo esperaba con ansias su llegada, no porque me trajera regalos, sino porque amaba sentarme en su falda a mirar boxeo los viernes por la noche y los sábados a la tardecita el Show de Carlitos Balá.
Pero los viernes, mientras mi mamá preparaba la cena, de los grandes, yo cenaba tempranito, mi papá iba al aparador del comedor y abría la puertita donde guardaba sus copas y el coñac, y comenzaba esa rutina que tengo grabada en mi memoria.
Sacaba la copa, un calentador especial, prendía el fuego, servía el coñac y mientras se calentaba esa bebida color miel, preparaba su pipa preferida, la que le regalé en el día del padre.
Mientras él preparaba todo, para poder disfrutar su deporte favorito, yo lo observaba como si fuera un mago preparando su poderosa poción. Y soñaba que cuando fuera grande iba a usar esas copas, y me imaginaba vestida de largo, fumando con esas boquillas largas, y una gran estola de plumas.
Hoy cierro los ojos y puedo sentir esa emoción, ese olor a chocolate del tabaco, y el olor del coñac tibio, y escucho la voz de mi papá diciéndome: