Autito_Verde - Pausas e vírgulas

Pausas e vírgulas
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Publicado el 29 de Marzo de 2021
Julia Blinder
Volviendo de contar cuentos en el Brasil
* * * * * *
El autito verde
Acá estoy, sobre la mesa, lleno de polvo y con la pintura bastante cachada, no entiendo muy bien que estoy haciendo, ni para que me sacaron de la caja.
Parece que me tienen que tomar una foto, y yo con esta facha.


Me acuerdo el día que llegué a la vida de Luis, fui regalo de su madrina, él era muy pequeño todavía, pero cuando rompió el papel del envoltorio y me vio, su sonrisa fue lo mejor que vi en décadas. Sí, yo ya era viejo cuando llegué a las manitos de Luis, mi anterior dueño había sido el hermano de su madrina.
Con Luis fuimos inseparables, más de diez años viviendo aventuras, indescriptibles, atravesábamos desiertos infinitos, corríamos carreras con dinosaurios y dragones de colores chillones. Transporté cowboys, indios y hasta caballeros de la Edad Media. Nunca me divertí tanto como con Luis, ese niño sí que tenía imaginación, extraño mucho esos tiempos, extraño sus ojitos brillantes y esa sonrisa llena de caramelo.
Hoy a la mañana, mientras conversaba con la locomotora de hojalata, se abrió la caja, y una mano grande me sacó de ahí adentro, cuando miré a ver quién me estaba sacando, lo vi a él, a Luis, sus ojos no han perdido el brillo, pero su sonrisa ya no está cubierta de caramelo, esta rodeada de una tupida barba, y en realidad,
ya no había una gran sonrisa, mas bien una muesca de nostalgia, estoy seguro que se emocionó al verme.

                                                                                                                                                                                          
Y acá estoy, sobre la mesa, y Luis tratando de sacarme una foto, al principio no entendía muy bien para qué.
Luis toma la cámara, y en ese momento aparece una pequeña, con la misma sonrisa de Luis, y los mismos ojitos brillantes, y con una vocecita muy chillona, pregunta:
-Papi, ¿de quién ese autito?, para que le sacás foto? ¿Me lo puedo quedar?
Y es en ese instante, cuando Luis le cuenta a su pequeña, que necesitaba la foto del objeto más querido por él, para realizar un trabajo en el taller de escritura, yo sentí que el pecho me iba a estallar de la emoción. Ese objeto era yo, aunque llevaba años encerrado en esa caja, todavía Luis me quería, y ahí lo miré, y volví a ver al Luis pequeño, el de los ojitos brillantes y de la sonrisa rodeada de caramelo.
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